Martí

Martí

Sunday, May 3, 2015

"They have not the self-restraint of civilized men": Martí y los negros. Una entrevista desconocida con el New York Daily Tribune

Francisco Morán©
Southern Methodist University

Presentación

Con esta entrega, que reproduce íntegramente, y por primera vez, la entrevista que le hizo a Martí un reportero del New York Daily Tribune el lunes, 12 de abril de 1880 — es decir, a menos de tres meses de la llegada del cubano a Nueva York — preparo la discusión de la cuestión racial en Martí, que es de lo que me ocuparé más adelante. Me referí a esta entrevista, y la cité, en mi estudio Martí, la justicia infinita.
En esta entrevista -- cuya traducción al español incluimos -- hay tres aspectos a los que quiero referirme brevemente. El primero de ellos es que, mientras por un lado Martí insiste en conjurar cualquier idea de que la guerra perseguía la anexión a los Estados Unidos, por el otro expresa que una de las razones de la guerra era la de establecer relaciones de libre comercio con la nación estadounidense. Posiblemente esta declaración buscaba atraerse las simpatías para la causa de los cubanos; no solo las de los lectores del New York Daily Tribune, sino también, y sobre todo, las del gobierno de Estados Unidos. Como demostré en el estudio citado, Martí, en efecto, cortejó las bolsas de los capitalistas norteamericanos y de los cubanos — como fue el caso de Eduardo Gato — al mismo tiempo que rechazaba las ideas anexionistas. En este sentido la refutación de Martí a las declaraciones del corresponsal del Diario de la Marina, responde, en efecto, a las declaraciones de Arturo Cuyás que unos días antes, el 5 de abril, había publicado el mismo New York Daily Tribune. El 4 de abril este periódico había dado mencionado una expedición de cubanos que saldría de los Estados Unidos. Miguel Aldama le expresó al reportero del Tribune que no tenía noticias de esa expedición; y lo mismo declaró Cuyás, el corresponsal del Diario de la Marina. Entonces, a la pregunta del Tribune de si los cubanos "estaban organizados" para la guerra, Cuyás respondió que no: 

They are not organized, and have no means of communicating with each other. They hide in the woods, and now and then sneak out and fire a village, or do some damage of that sort. And the chiefs are always quarreling among themselves. Every sixth men, I should explain, is a chief, so the bands are by no means formidable. The Cuban movement in New York is like the Fenian. The foolish people subscribe their money to support these rebels, scarcely one of whom has any other means of getting a livelihood. Their efforts tend to further no good cause, and simply unsettle the country and retard its development." 

[No están organizados, y no tienen medios para comunicarse unos con otros. Se esconden en el monte, y alguna que otra vez salen a hurtadillas y abren fuego en un pueblo, o causan algún daño de ese tipo. Y los jefes están siempre peleando entre ellos. Uno de cada seis hombres, debo explicar, es un jefe, de modo que las bandas no son en modo alguno gran cosa. El movimiento cubano en Nueva York es como una sombrilla. Los tontos contribuyen con su dinero a apoyar a estos rebeldes, de los cuales apenas uno tiene medios de subsistencia. Sus esfuerzos no adelantan una buena causa, y simplemente perturban el país y retardan su desarrollo]

De la lectura de la entrevista a Martí resulta obvio que, en efecto, sus declaraciones estaban encaminadas a refutar las de Cuyás. Pero también las de José Joaquín Polo, con quien conversó el reportero del Tribune. Este le preguntó si era cierto "the statement of General Roloff, that he had heard that Mr. Polo had made an affidavit that General García had enticed away his son, who was under age," a lo cual Polo replicó que eso era una mentira. Pero Polo expresó que "the time is rapidly approaching [...] when Cuba must be annexed to the United States, and every thoughtful Cuban is of this opinion. There are those, of course, who are seeking to bring themselves to prominence, and to get official positions by means of a revolution, and what is the result? When the Cubans become weak, an expedition is started from this country. They are encouraged, and become strong again, and then Spain sends a few men-of-war and puts them down; and all these lives and this money have been spent for nothing."

[se acerca rápidamente el momento (...) cuando Cuba tenga que anexarse a los Estados Unidos], y cada cubano atento opina de esta manera. Están los que, por supuesto, buscan prominencia para sí mismos, y para obtener posiciones oficiales por medio de la revolución. ¿Y cuál es el resultado? Cuando los cubanos pierden fuerzas, se empieza una expedición en este país. Son alentados, se fortalecen otra vez, y entonces España envía unos pocos buques de guerra y los derrota. Y todas estas vidas y este dinero se gastaron en nada]. 

Martí, como se verá, no menciona a Polo sino a "ciertos cubanos" que habían sido entrevistados por el reportero del Tribune, y afirma que "no fueron capaces de dar la verdad de los hechos, porque vienen del lado occidental de la isla." El problema con esto, desde luego, es que si se trataba de un conocimiento efectivo de los hechos sobre el terreno, Martí mismo no podía reclamar ningún conocimiento autorizado sobre lo que estaba ocurriendo en la isla. El problema de Martí y el anexionismo es más complejo y tiene más pliegues - como ya he demostrado y me propongo seguir indagando en esto - de lo que la mayoría de los estudiosos estaría dispuesto a reconocer, sobre todo en los casos de quien profesan el culto.   
En segundo lugar, está el resumen biográfico de Martí que el reportero les ofrece a los lectores, y cuya fuente no es aventurado suponer que fuera el propio cubano. Se nos dice que Martí fue a prisión a los 14 años por escribir y expresarse contra el gobierno colonial. Y aunque el tribunal militar que lo juzgó lo condenó a 6 años de cárcel, Martí solo cumplió uno habiendo sido desterrado a España. En primer lugar, como ya se sabe, Martí entró a presidio cuando ya había cumplido 17 años, y no estuvo allí sino unos meses gracias a las gestiones que hizo su padre valiéndose de sus relaciones con figuras vinculadas al gobierno colonial, como fue el caso de Sardá - contratista de las canteras a donde había sido enviado Martí. Por otra parte, esa biografía se salta los dos años en México, pero no que Martí “visitó” Estados Unidos y América Central. A todo lo anterior cabe agregar que el resumen biográfico deja la impresión de que Martí estuvo en prisión en España. Y estrictamente hablando, esto no es cierto. Procedente de La Habana, el 11 de octubre Martí llegó a Santander desde donde debía ser enviado a presidio en Ceuta. Pero al día siguiente Ladislao Satién, quien había viajado a Santander en el mismo vapor que Martí - y que era diputado por Laredo, partido judicial de Santander - visita a Martí en la cárcel, y este queda en libertad bajo fianza. De modo que Martí pasó... un día en la cárcel. Para más detalle véase mi estudio Martí, la justicia infinita, nota 16, páginas 68-71.  

          No quiero concluir sin dejar constancia de una extrañeza. Lisandro Pérez publicó en el Anuario Martiano 31 (2009), una entrevista a Martí, que también le hizo el New York Daily Tribune al día siguiente de su llegada a Martí, Pérez agradece a Enrique López Mesa, investigador del Centro de Estudios Martianos, quien fue quien lo alertó de que dicha entrevista era "desconocida entre los estudiosos de Martí." En su presentación de la entrevista en cuestión, Pérez expresa que "una búsqueda digital por el nombre y el apellido (con o sin acentos) en el Times resulta solamente en veintitrés artículos y dieciséis de ellos son posteriores al 24 de febrero de 1895, o sea, textos de cuando ya Martí no vivía en la urbe norteña y tratan sobre el comienzo de la guerra o su muerte. Además, ninguno de ellos es una entrevista, sino reportajes sobre algún evento o actividad en los cuales él figuraba" (énfasis mío). Pérez concluye que "[e]sta cuantificación comparativa que se hace posible con la digitalización nos lleva a una hipótesis ineludible que se podría investigar más a fondo una vez que se puedan consultar digitalmente los otros diarios: Martí no buscaba la atención y el respaldo de la prensa norteamericana. Si es así, su estrategia rompía radicalmente con los patrones tradicionales de la emigración (79-80). 
          Ahora bien, Si en el CEM se conocía la entrevista del 5 de enero de 1880, ¿no es lógico suponer que este hallazgo llevara a otras búsquedas, las cuales habrían resultado en el descubrimiento de por lo menos dos
entrevistas más? Porque además de esta que presentamos ahora, hay otra del 22 de mayo, también de 1880? La pregunta es de la mayor importancia porque esas dos crónicas permiten cuando menos aventurar la hipótesis contraria; es decir, que Martí sí cortejó el respaldo de la prensa estadounidense. Sospecho que estas entrevistas sí se conocían, y que si no habían salido a la luz fue precisamente por lo que dejaban al descubierto. 
          De aquí que lo que dejará perplejos a muchos lectores es la opinión que le merecen a Martí los negros cubanos que estaban peleando en lo que después se conoció como la Guerra Chiquita. Aquí no encontramos los usuales entrecijos del estilo, ni las frecuentes ambigüedades a que nos ha acostumbrado la escritura de Martí. Por eso mismo estas afirmaciones son de la mayor importancia. Ellas arrojan luz, contribuyen a destacar lo que se esconde detrás de ciertos silencios, simulaciones, extrañas oposiciones - extrañas solo en apariencias - como la que pone vis-a-vis el racismo bueno y el racismo malo en un texto que ha sido encomiado como una tácita oposición al racismo: "Mi raza." En la entrevista que le hace el corresponsal del Tribune Martí dice de los negros cubanos que carecían del auto-control de los hombres civilizados, de modo que al pelear “cometen toda clase de atrocidades.” Incluso, es exclusivamente a ellos a quienes les atribuye la quema de los campos de caña. Sería imposible sobrestimar la relación barbarie-violencia. En este sentido, la cita de la lengua negra — y la traducción que hace de la misma — traiciona la distancia del sujeto etnocéntrico que marca la distancia entre su saber letrado y el del salvaje. El comentario de Martí estaba en línea con las caricaturas racistas de los mambises de esa época, y se anticipa a las que aparecerán en la prensa norteamericana durante la llamada Spanish-American War. Todo esto, como lo demostraré en el momento oportuno, resulta harto relevante, puesto que en la prensa norteamericana de la época el constante debate sobre la compra-venta y la anexión de Cuba era inseparable de la cuestión del negro.



New York Daily Tribune, Monday, April 12, 1880, p. 2

THE CUBAN INSURRECTION

What the insurgents are doing.
A conversation with the acting president of the Cuban Committee in this city.

            Señor José Marti, who acts as president of the Cuban Committee of this city during the absence of General Garcia, was called upon by a TRIBUNE reporter at his office, No. 48 Broad-st., recently, and spoke as follows considering Cuban affairs:
            “Certain Cubans have been interviewed by THE TRIBUNE reporters, but they were not able to give the true facts, because they come from the Western side of the island, where, by the care of the Government, reports of the progress of the war are not allowed to be made public; and even when the people do learn the facts, they refrain from talking about them through fear. Señor Valentino Bonito is reported to have said: ‘All those who took any part in the demonstrations in former years against the Spanish Government are against renewing the attempts. They lost too much money, and see the impracticability of the plan.’ That is a mistake; all are not tired of it. Some profess to be tired of it because they have lost their fortunes by it; others because they not courage to take up arms, and there some who do not want to see others succeed where they have failed. The poverty, too, that many of the revolutionists have suffered makes it necessary for them not to devote all their energies toward obtaining a subsistence. There are many, however, who are enthusiastically in favor of the war, and neither men nor money will be lacking for its prosecution.
            “The Spanish Government has two political policies, one for the East and the other for the West side of the island. On the West side, the Cubans, who are tired of the war, are apparently protected by the Government in Havana, because it fears that the progress of the revolution, with a new emigration from Cuba, would be very dangerous to its interests, and because executions and severe punishments would alarm the people and hasten the emigration feared. On the East side, where the revolution is advancing powerfully the Government pursues, persecutes, imprisons, exiles or kills all of the prominent men who took part in the first movement. The Governments steamers from Cuba are filled with exiles, wealthy men or military men who were active in the 1rst revolution, and young men who have lately entered into the movement. But the Government keeps the people of the West side of the island in ignorance of all that happens on the East side, as a means of discrediting the revolution by treating it as a matter of insignificance, unworthy of notice, thinking thereby to prevent the movement from arousing any enthusiasm in the minds of the people. The fear of the Government is so great, however, that it employs numbers of spies, some of whom it maintains even in this city. We have not publicly spoken of our work since the first movement, because the former revolution, ending unsuccessfully for us, was made light of and treated as a trivial thing. We wished to present this movement as a vigorous movement, worthy of sympathy.
            “It is not true, as has been stated, that the common feeling in Cuba is favorable to its annexation to the United States. One of the reasons for the actual war has been the necessity of establishing free commercial relations with the United States; but the mercantile and fraternal relations of the countries can be reached without a political union. Those Cubans who favor annexation do so because they want liberty and comfort without the preliminary trials of war. They want to secure freedom in the cheapest possible manner, without the expenditure of blood or money. Some of them are too cowardly to fight, and others, whose wealth is protected by the Spanish Government, speak against the revolution and discredit it through fear of losing this wealth should it succeed.
            “That which was reported by the correspondent of the Diario de la Marina is absolutely incorrect. The Cubans who are weak in the Western country where the Government resides with all its power, aided by the railroads, telegraphs and those Cubans who fear to be against it, are organized and are affiliated with the revolutionists in the East. In the Camaguey, as all the prominent men were killed in the first war, and the Government has since been very active, the revolution exists, though not as powerfully as in the East. In that part of the island called Cinco Villas [sic] the revolution is powerful, although so near Havana. The revolutionists have occupied the cities Remedios and Sancti Spiritus each time they have needed arms and provisions. The Cubans are there commanded by Francisco Carrillo, who was prominent in the first war. Colon, a department twenty or thirty leagues from Havana, is now the active theatre of daily fighting. Cecilio Gonzalez, another chief of the first war, has occupied that district for three months, though repeated efforts have been made to dislodge him.
            “The exact number of our soldiers cannot easily be determined, though under Guillermo Moncada, Limbano Sanchez and José Maceo [sic] — all old chiefs — there are between three and four thousand men. General Blanco boasted that he intended to finish the revolution in the East five months ago. He accumulated all his soldiers, and divided them into detachments, to follow and fight the revolutionists everywhere. The Spanish soldiers did not sleep. They did everything they could do, and, in the end, General Blanco has left the country, admitting that he cannot succeed in that manner of war. The revolutionists have free communication between all points, and were working together in perfect harmony. It is untrue that the chiefs have been quarreling among themselves, as has been stated. This revolution is a product of thought and necessity, and, as a consequence of the War of ten years, many fervent elements remain in Cuba. Those Cubans who lost their kinsmen in the first war cannot be reconciled to living in friendship with their oppressors. Others, who had fled to foreign countries, become settled there, and these were induced by [illegible]
promises by the Spanish Government which have never been fulfilled, to leave their situations and return to Cuba, are now back again with no prospects, and naturally enraged at their deceivers.
            “But the great danger to the island and principal cause of the revolution is that the negro slaves, who have been promised emancipation which does not come, and who remember the slaves who achieved their freedom during the late war, are now determined to be free at any price. They have nothing to lose except their lives, which in a state of slavery, are most wretched. They have not the self-restraint of civilized men, and in their fighting commit all manners of atrocities. They are now fighting in the eastern part of the island: and to the western part, where they cannot fight, are systematically burning the sugar cane fields where they work. They have a song which they sing:
            Libertad no ven; cana no hay.
            Freedom does not, there will not be sugar-cane.
            “War being inevitable, the far-sighted men gathered together the elements of opposition to Spanish rule, secured the warm adherence of the most important chiefs to direct and control the [n.?], and thus set on foot the revolution. The obstacles in our way are becoming fewer daily. All the chiefs now recognize at their President Calixto Garcia, and send messages constantly to accelerate his departure.”
            As to anything beyond this, or particulars of what is not doing, Señor Marti refused to
give the reporter any definite information. Said he: “It is not the intention of the committee to give any information to the public regarding its interior workings at any time.”

            Señor José Marti, although a young man, has had an eventful career. Taken from college at Havana when only fourteen years old for having spoken and written against the Spanish Government, he was sentenced by a Military Tribunal to the chain-gang for a period of six years. After one year, however, he was exiled to Spain for life. After remaining in Spain for five years he escaped and visited the United States and Central America, and a year after the signing of the Cuban peace of Tanjan[sic] returned to the island. Once more becoming revolutionary, he was again banished to Spain, where he was for a time imprisoned. After his release from prison he studied law in Madrid, where he remained until about three months ago, when he came again to the United States. He was enthusiastically received by the Cuban revolutionists in this city and selected for president of the committee during General Garcia’s absence. 

TRADUCCIÓN


LA INSURRECCIÓN CUBANA*

 ¿Qué están haciendo los insurgentes?

Una conversación con el Presidente interino del Comité cubano en esta ciudad.

El Señor José Martí, quien actúa como Presidente del Comité Cubano de esta ciudad durante la ausencia del General García, fue convocado recientemente por un reportero del TRIBUNE en su oficina, núm. 48 Broad-St, y habló de la siguiente manera, teniendo en cuenta los asuntos cubanos:


                "Ciertos cubanos han sido entrevistados por los reporteros del TRIBUNE, pero no fueron capaces de dar la verdad de los hechos, porque vienen del lado occidental de la isla, donde las precauciones tomadas por el Gobierno no han permitido que se hagan públicos los reportes sobre el progreso de la guerra no se han hecho públicos; e incluso cuando el público se entera de los hechos se abstiene de hablar de ellos por miedo. han podido informes del progreso de la guerra no se permiten que se hagan públicos; y aun cuando la gente aprende los hechos, dejen de hablar de ellos a través del miedo. Se ha reportado que [el] Señor Valentino Bonito ha dicho: “Todos los que tomaron parte en años anteriores en las manifestaciones contra el gobierno español están en contra de renovar esos intentos de renovación. Perdieron mucho dinero y ven la imposibilidad del plan." Eso es un error; no todos están cansados de continuar la lucha. Algunos confiesan que están hartos porque han perdido sus fortunas por la guerra; otros, porque no tienen el coraje de tomar las armas; y están los que no quieren ver que otros tengan éxito donde ellos han fracasado. La pobreza, también, que muchos de los revolucionarios han sufrido hace que sea necesario que no puedan dedicar todas sus energías [a asegurar] la subsistencia. Hay muchos, sin embargo, que entusiásticamente están a favor de la guerra, y no faltarán hombres ni dinero para su prosecución.

                  “El gobierno español tiene dos políticas, una para el oriente y otra para el occidente de la isla. En el occidente, los cubanos que están cansados de la guerra, al parecer están protegidos por el gobierno en la Habana, porque este teme que los progresos de la revolución, con una nueva emigración desde Cuba, serían muy peligrosos para sus intereses, y porque las ejecuciones y castigos severos podrían alarmar a la gente y acelerar la emigración temida. En el oriente, donde la revolución está avanzando poderosamente, el gobierno persigue, encarcela, destierra o mata a todos los hombres prominentes que participaron en el primer movimiento. Los vapores del Gobierno que salen de Cuba van llenos de exiliados, de hombres acaudalados o de militares que estaban activos en la 1ª revolución, y de hombres jóvenes que han entrado últimamente en el movimiento. Pero el gobierno mantiene a la gente de la zona occidental de la isla en la ignorancia de todo lo que sucede en la oriental, como una forma de desacreditar la revolución al tratarla como un asunto de insignificancia, que no merece atención, pensando que de tal modo puede evitar que el movimiento despierte entusiasmo en la mente del pueblo. El temor del gobierno es tan grande, sin embargo, que emplea a números de espías, algunos de los cuales mantiene incluso en esta ciudad. No hemos hablado de nuestro trabajo desde el primer movimiento, porque la revolución anterior, no habiendo concluido exitosamente para nosotros, fue presentada con ligereza y  tratada como algo trivial. Queríamos presentar este movimiento como un movimiento vigoroso, digno de simpatía.

                  “No es cierto, como se ha señalado, que el sentimiento común en Cuba sea favorable a su anexión a los Estados Unidos. Una de las razones de para la guerra actual ha sido la necesidad de establecer relaciones comerciales libres con Estados Unidos; pero las relaciones fraternales y mercantiles de los países pueden ser alcanzadas sin una unión política. Esos cubanos que favorecen la anexión lo hacen porque quieren libertad y comodidad sin las pruebas preliminares de la guerra. Quieren garantizar la libertad de la manera más barata posible, sin el gasto de sangre o dinero. Algunos de ellos son demasiado cobardes para luchar, y otros, cuya riqueza está protegida por el gobierno español, hablan contra la revolución y la desacreditan por temor a perder esta riqueza si llegara a tener éxito.

                “Lo que fue reportado por el corresponsal del Diario de la Marina es absolutamente incorrecto. Los cubanos que son débiles en occidente – donde reside el gobierno con todo su poder, ayudado por los ferrocarriles, telégrafos –, y aquellos cubanos que temen oponerse al gobierno, están organizados y afiliados con los revolucionarios en el Oriente. Como todos los hombres prominentes de Camagüey fueron asesinados en la primera guerra, y el gobierno ha sido allí muy activo, la revolución existe, aunque no tan poderosamente como en el oriente. En esa parte de la isla llamada Cinco Villas [sic] la revolución es poderosa, a pesar de su cercanía a la Habana. Los revolucionarios han ocupado las ciudades Remedios y Sancti Spíritus cada vez que han necesitado armas y provisiones. Allí, los cubanos están comandados por Francisco Carrillo, quien figuró en la primera guerra. Colón, un departamento veinte o treinta leguas de la Habana, ahora es un teatro activo de la lucha diaria. Cecilio González, otro jefe de la primera guerra, ha ocupado ese distrito durante tres meses, aunque se han hecho repetidos esfuerzos para desalojarlo.

               “El número exacto de nuestros soldados no puede ser determinado fácilmente, aunque bajo Guillermo Moncada, Limbano Sánchez y José Maceo — todos antiguos jefes — hay entre tres y cuatro mil hombres. Cinco meses atrás, el General Blanco se jactó de que tenía la intención de terminar la revolución en el Oriente. Acumuló a todos sus soldados y los dividió en destacamentos para perseguir y combatir a los revolucionarios en todas partes. Los soldados españoles no dormían. Hicieron todo lo que podían hacer y, al final, el General Blanco ha salido del país, admitiendo que él no puede tener éxito en esa clase de guerra. Los revolucionarios tienen libre comunicación entre todos los puntos y estaban trabajando juntos en perfecta armonía. Es falso que los jefes han estado peleando entre ellos, como se ha señalado. Esta revolución es un producto del pensamiento y de la necesidad, y, como consecuencia de la guerra de los diez años, muchos elementos fervientes
permanecen en Cuba. Esos cubanos que perdieron a sus parientes en la primera guerra no pueden ser reconciliarse [con la idea de] vivir en amistad con sus opresores. Otros, que habían huido a los países extranjeros, se  asentaron allí, y [luego] fueron inducidos por las promesas [ilegible] del gobierno español — que nunca cumplió — a salir de su situación y regresar a Cuba, ahora están de vuelta otra vez, sin perspectivas, y naturalmente enfurecidos contras los que los engañaron.

              “Pero el gran peligro para la isla y la principal causa de la revolución es que los esclavos negros, a los que se les prometió una emancipación que no llega, y que recuerdan a los esclavos que alcanzaron su libertad durante la última guerra, ahora están resueltos a ser libres a cualquier precio. No tienen nada que perder excepto sus vidas, las cuales en estado de esclavitud son más desdichadas. Ellos no poseen el auto-dominio de los hombres civilizados, y en su lucha cometen todo tipo de atrocidades. Ahora están peleando en la parte oriental de la isla; y en la parte occidental, donde no pueden pelear, están quemando sistemáticamente los campos de caña de azúcar donde trabajan. Tienen una canción que cantan:

            Libertad no ven; Cana no hay.

            No hay libertad, no habrá caña de azúcar.

             “Siendo la guerra inevitable, los hombres con visión de futuro reunieron a los elementos de oposición a la dominación española, aseguraron la cálida adhesión de los jefes más importantes para dirigir y controlar la [n.?], y así pusieron en pie la revolución. Los obstáculos en nuestro camino están disminuyendo cada día. Todos los jefes reconocen ahora a su Presidente Calixto García, y envían mensajes constantemente para acelerar su partida.
En cuanto a algo más allá de esto, o los detalles de lo que no está haciendo, el Señor Martí se negó a dar al reportero cualquier información definitiva. Dijo: “No es la intención del Comité dar alguna información a la opinión pública con respecto a su funcionamiento interior en algún momento".

El Señor José Martí, aunque es un hombre joven, ha tenido una carrera llena de incidentes. Sacado de la escuela en la Habana cuando tenía sólo catorce años por haber hablado y escrito contra el gobierno español, fue condenado por un Tribunal militar a  trabajos forzados por un período de seis años. Al cabo de un año, sin embargo, fue desterrado a España para toda la vida. Después de permanecer en España durante cinco años se escapó y visitó los Estados Unidos y Centroamérica, y un año después de la firma de la paz cubana del Zanjón regresó a la isla. Habiéndose vuelto revolucionario una vez más, fue desterrado otra vez a España, donde estuvo encarcelado durante un tiempo. Después de su excarcelación, estudió derecho en Madrid, donde permaneció hasta hace unos tres meses cuando volvió a los Estados Unidos. Fue recibido  entusiásticamente por los revolucionarios cubanos en esta ciudad y seleccionado  Presidente del Comité durante la ausencia del General García.

*Traducción de Francisco Morán©
Al traducir la entrevista solo hice los cambios necesarios y las correcciones requeridas de manera de preservar el sentido original del texto. Esto es particularmente apreciable – aunque no solo, claro – en el caso de la puntuación.         

2 comments:

  1. Querido Francisco
    Me parece estupendo este post. Hay un discurso de Martí del 24 de enero 1880, donde menciona la frase o la canción de que habla en esta entrevista, que debe ser “Libertad no viene, caña no hay!” Podríamos cotejar ambos textos, incluso, y ver las semejanzas y las diferencias que hay entre ellos. Muy reveladora de cómo realmente pensaba sobre los negros (OC. IV, 201).
    Un abrazo
    Jorge Camacho

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  2. Gracias, Camachín! Un abrazo. Francisco

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